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Tres pasos para salir de una relación tóxica

Tabla de contenidos

¿Estás en una relación tóxica? ¿Qué es lo que necesitas que suceda o esperas recibir, para qué decides permanecer en una relación en la que no te tratan bien, te ignoran, te sientes abandonado, solo o triste? ¿Qué necesidad tienes de ser abusado o denigrado, sometido, privado de tus necesidades o deseos de una sexualidad plena, o forzado a soportar un comportamiento problemático o inmaduro? ¿Qué necesidad tienes de seguir ocupando un lugar en la sombra, de no ser reconocido, valorado y considerado como valioso, importante y estar siempre por fuera de las prioridades de esa otra persona que se supone te ama?

La principal relación tóxica y la primera que hay que sanar es la relación consigo mismo porque claramente toleras este tipo de relaciones tóxicas con los otros porque la relación contigo mismo no es nada saludable.

Ahora bien, en esta entrada vamos a ver tres pequeños pasos que pueden ayudarte de manera poderosa a tomar el impulso necesario para empezar a sanar la relación contigo mismo y con tus relaciones afectivas.

 

Saliendo de una relación tóxica: Tener un mantra. 

Para tener una relación tóxica necesitas una pareja tóxica. Éstas parejas son generalmente grandes manipuladores y emocionalmente abusivos. Cada vez que intentas salir de esa relación se muestran arrepentidos, con mucho remordimiento, encantadores, seductores y seguramente vuelves a caer en la relación. Lo que termina siendo enloquecedor para tí porque te acabas sintiendo desmoralizado al sentir que no eres capaz de librarte de ese círculo vicioso y autodestructivo.

Para ayudarte a salir de ahí puedes crear una frase y repetirla como un mantra, es decir, repetirla una y otra vez todo el tiempo y más aún cuando su recuerdo aparezca frente a tí, por ejemplo: «(nombre de la persona) puede ser bueno para otra persona, sin embargo para mi es una bola de demolición» o lo que quieras repetir. Acompaña esa frase con una imagen, visualiza una gran grúa balanceando una bola de demolición que se dirige hacia ti para destruirte cada vez que pienses en esa persona o cada que la veas.

Eliminar cualquier posibilidad de contacto.

El siguiente paso es eliminar cualquier opción de encontrarse, coincidir y mucho menos llamarse, verse, hablar o quedar. La mayoría de las personas altamente tóxicas tienen también su lado frágil, carente, sensible y esto generalmente es un gran atractivo para quienes se enganchan en relaciones tóxicas. Si se percibe al otro como vulnerable, que sufre, que no ha encontrado quien le ayude a cambiar, que no tiene quien vea por él o ella que está equivocado y tu le puedes ayudar, estás en riesgo de volver a caer en el círculo vicioso.

Sin embargo, cuando el contacto es necesario por algún motivo: hijos en común, trabajo, finanzas, etc, es necesario buscar estrategias para que el contacto sea el estrictamente necesario y si es a través de terceros mucho mejor. Una vez terminada una relación que es conflictiva o dolorosa siempre propongo realizar un período de cuarenta de esa relación eliminando durante mínimo dos meses cualquier vínculo, acercamiento, relación con la persona en cuestión y todo lo que tenga que ver con ella, ese tiempo es suficiente para que la persona que necesita reponerse se de cuenta de lo que realmente le pasa y empiece a pensar en sí misma, lo que nos lleva al tercer paso.

Reconocer el propio valor.

Si reconoces quién eres, lo que vales, lo que te mereces, lo que has construido, lo que has logrado en tu vida, lo que puedes dar y lo que te mereces recibir en una relación personal y profesional, significa que estás reconociendo la importancia de la salud emocional en tus relaciones. Reconocer lo valioso que eres y actuar en coherencia es dar un lugar privilegiado a tu salud emocional.

Para afianzar el reconocimiento del propio valor puedes empezar por hacer cosas por y para ti, regálate tiempo, actividades, mimos, caprichos, toma el tiempo de descubrir lo que te gusta y actúa en consecuencia, así te acostumbrarás primero a buscar dentro de ti qué es lo que quieres, qué te apetece, antes de actuar exclusivamente por los deseos y caprichos de alguien más.

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