Hay algo que quizás nunca te han dicho y que necesitas escuchar: eres suficientemente buena y digna de amor, simplemente por existir. Necesitas recordarlo.
Si llegas a leer esto es porque probablemente has olvidado esa verdad. O quizás nunca te la dijeron. O te la dijeron, pero las heridas del rechazo fueron más fuertes que las palabras de amor.
Y ahora cargas con una relación complicada contigo misma. Te juzgas, te rechazas, te exiges. No sabes cómo aceptarte. Porque nadie te enseñó.
También hay una buena noticia: la autoaceptación se puede aprender. Y se aprende donde se perdió: en relación.
En esta entrada te explico cómo funciona la empatía terapéutica, por qué es la clave para que vuelvas a sentirte aceptada, y cómo ese proceso de sentirte aceptada por otra persona puede enseñarte a aceptarte y valorarte a ti misma.
Cuando la conexión contigo misma se ha roto
En la entrada anterior vimos la importancia de reconocer que tu vulnerabilidad es tu mayor fortaleza. De cuán necesario es darte el permiso de ser vulnerable. Amar aunque no haya garantías. Entregar sin esperar recibir. Ejercer la gratitud y la dicha. Saberte suficiente.
Sin embargo, en muchas personas esa certeza y confianza se ha perdido.
Sientes que te falta control sobre tu vida. Crees que no tienes las fuerzas ni las herramientas para afrontar situaciones cotidianas. Te sientes al límite. Expresas de manera descontrolada tus emociones: llanto sin control, ira, irritabilidad, celos.
Sientes una invasión de pensamientos negativos. Crees que no hay salidas. Piensas que todo el mundo es tu enemigo, que no puedes confiar en nadie. Tienes dificultades para dormir, descansar, comer correctamente.
Y la lista podría continuar.
Estas son las manifestaciones de un estado de desconexión: con el mundo, con los demás y, especialmente, contigo misma.
Cuándo buscar ayuda profesional
El primer paso es reconocer que necesitas ayuda. Que sola no has podido recuperar —o lograr por primera vez en tu vida— un estado de conexión.
Y aquí es suficiente con tener una de estas señales para buscar ayuda profesional. No es necesario, ni recomendable, esperar a estar al límite.
Cuanto antes actúes, más probabilidades tendrás de salir pronto de esa situación que te agobia.
Buscar ayuda no es un signo de debilidad. Es un acto de responsabilidad contigo misma. Es reconocer que mereces sentirte bien. Que mereces estar en paz.
Para qué ir a psicoterapia: la experiencia de conexión
Quiero hablarte desde mi enfoque de intervención: la psicoterapia Gestalt.
Uno de nuestros objetivos como terapeutas es crear en ti una experiencia ininterrumpida de conexión y contacto contigo misma y con el mundo.
El sentido de ti misma y el sentido que desarrollas sobre la relación conmigo como terapeuta son vitales para el proceso de integración y plenitud. Especialmente cuando han existido experiencias que han fragmentado tu imagen de ti misma. Especialmente cuando han sido rechazados ciertos aspectos de tu forma de ser debido a la acumulación de fracasos en tus relaciones.
En palabras simples, ¿qué significa esto?
Si te sientes una persona rechazada, aislada, vacía, insegura. Si rechazas aspectos de tu forma de ser. Si no sabes lo que sientes ni por qué lo sientes. Si percibes que el mundo está en tu contra…
Mi papel es hacer que experimentes una relación de contacto emocional, cercanía, seguridad y aceptación.
Un espacio donde puedas obtener estabilización, validación y reparación de las partes de ti misma que se han afectado en las diversas relaciones tóxicas o insatisfactorias que has tenido. Empezando por tu relación de pequeña con tus padres, hasta las relaciones que has establecido como adulta.
Así es como sentirte aceptada y valorada es el primer paso para que retomes el camino hacia la aceptación de ti misma.
El principio de Carl Rogers: si no te aceptaron, no te aceptas
Carl Rogers, pionero de la terapia centrada en la persona, descubrió que la aceptación incondicional del terapeuta es una de las condiciones necesarias para el cambio terapéutico.
No basta con técnicas. No basta con interpretar tu historia. Lo que sana es la experiencia de ser aceptada sin condiciones. Tal como eres. Con tus sombras, tus miedos, tus contradicciones.
Y aquí está el mecanismo de reparación:
Si no te han aceptado a lo largo de tu vida, no te aceptas.
Si no has obtenido la correcta satisfacción de tus necesidades emocionales, no sabes cómo satisfacerlas por ti misma.
En terapia retomamos el proceso de sentirte aceptada por otra persona —en este caso, tu terapeuta— para que puedas aprender a aceptarte y valorarte a ti misma. Es reeducación emocional.
Qué puedo hacer por ti como terapeuta
El espacio terapéutico —cada uno de nuestros encuentros— se da en un espacio cálido, seguro, de intimidad.
Aquí puedes ensayar modos de ser más auténticos y conectados con tus necesidades más profundas. Sin sentirte juzgada. Sin sentirte amenazada. Sin sentirte vigilada.
Todo lo contrario. Podrás saber qué se siente al ser aceptada de manera incondicional.
Mi trabajo contigo
En mi consulta sentirás que te acepto tal cual eres.
Las terapeutas comprometidas con las personas que nos consultan nunca condenamos, despreciamos o rechazamos alguna parte de tu conducta. Y menos cuando son precisamente esas conductas que tú misma rechazas las que te traen a consulta.
Juntas buscamos maneras más satisfactorias y saludables de establecer relaciones y satisfacer tus necesidades.
En diversas ocasiones he escuchado la misma expresión en mi consulta: «Me daba vergüenza hablar de esto, pero veo que no me juzgas, que me comprendes y que lo puedo compartir. Y eso me alivia».
Esa es la señal de que algo está empezando a sanar.
Por qué te acepto
Nuestra relación empieza por hacer que te sientas aceptada.
Y te acepto porque te comprendo. Sé que no has tenido —o crees no haber tenido— otra opción. No conoces otro mecanismo para salir del estado o la situación en la que estás. Crees que no hay salida.
Sin embargo, yo veo tu potencial. Veo tus posibilidades.
Y de manera inconsciente has venido a mi consulta para verlas tú misma a través de mí. Para que mi mirada empática te devuelva una imagen de ti que no has podido ver sola.
Cómo trabajo contigo: más allá del diagnóstico
Cuando vienes a mi consulta te miro de manera empática. Te valoro como un ser humano integral y total.
No solo como alguien que tiene ansiedad, depresión, adicción o problemas de ira. Eso puede ser lo que te trae. Pero no es todo lo que eres.
Cada persona es única. Por eso la intervención que realizo contigo la diseño para ti. La construyo adaptándome a tu entorno, tus creencias, tus intereses. Para que sea respetuosa, significativa y efectiva.
Porque como dice Brené Brown: ninguna respuesta que puedas dar mejorará la situación. Lo único que mejora la situación es la conexión.
Y esa conexión empieza en la relación terapéutica. Y luego se expande a tu relación contigo misma y con los demás.
Las tres condiciones de Carl Rogers para el cambio terapéutico
Carl Rogers identificó tres condiciones que deben estar presentes para que ocurra el cambio genuino en terapia. No son técnicas. Son actitudes del terapeuta.
1. Aceptación incondicional (consideración positiva incondicional)
Significa aceptarte tal como eres, sin juzgarte ni tratar de cambiarte.
No importa lo que hayas hecho o dejado de hacer. No importa cuánto tiempo llevas atrapada en un patrón destructivo. No importa si te avergüenzas de tus pensamientos o comportamientos.
En el espacio terapéutico, eres aceptada sin condiciones.
Y esa experiencia —quizás por primera vez en tu vida— te permite empezar a aceptarte a ti misma.
2. Empatía precisa
La empatía no es solo «ponerse en tu lugar». Es la capacidad de comprender y experimentar tu mundo desde tu perspectiva. De percibir tus emociones y pensamientos, y reflejarlos de vuelta de manera genuina y comprensiva.
Cuando una terapeuta es empática, tú sientes que alguien te ve. Que alguien comprende lo que estás viviendo sin que tengas que explicarlo mil veces. Que no estás sola. Y esa comprensión tiene un efecto sanador.
3. Congruencia (autenticidad)
La congruencia significa que como terapeuta soy genuina y transparente en la relación contigo. No finjo. No me escondo detrás de un rol profesional distante.
Soy auténtica. Y desde esa autenticidad puedo invitarte a que tú también lo seas.
Estas tres condiciones —aceptación, empatía y autenticidad— crean el ambiente necesario para que puedas bajar la guardia, explorar tus emociones más profundas y empezar a transformar tu relación contigo misma.
Por qué la autoaceptación se aprende en relación
Hay algo que necesitas entender: no puedes aprender a aceptarte en aislamiento.
La autoaceptación no es un logro individual que consigues leyendo libros o repitiéndote afirmaciones positivas (aunque eso puede ayudar).
La autoaceptación se aprende —o se repara— en relación. Porque fue en relación donde se dañó.
El origen del rechazo interno
Si de niña tus padres rechazaron aspectos de ti —tu sensibilidad, tu curiosidad, tu forma de expresar emociones— internalizaste ese rechazo. Aprendiste que ciertos aspectos de ti no eran aceptables.
Si en tus relaciones adultas has experimentado rechazo, abandono o invalidación constante, has reforzado la idea de que algo en ti está mal.
Y ahora ese rechazo externo se ha convertido en rechazo interno. Ya no necesitas que los demás te rechacen. Tú misma te encargas de hacerlo.
La reparación a través de la aceptación del terapeuta
La terapia ofrece algo que no has tenido: una relación donde eres aceptada sin condiciones.
No tienes que demostrar nada. No tienes que ser perfecta. No tienes que esconder tus partes «inaceptables».
Y cuando experimentas esa aceptación de forma sostenida —semana tras semana, mes tras mes— algo empieza a cambiar.
Empiezas a pensar: «Si ella me acepta así, quizás yo también pueda aceptarme».
No es un cambio inmediato. Pero es profundo. Porque toca la raíz del problema: la creencia de que no eres suficiente.
Qué ocurre cuando empiezas a aceptarte
Cuando empiezas a aceptarte —cuando dejas de luchar contra ti misma— todo cambia.
No es que desaparezcan tus problemas. No es que de pronto te sientas perfecta.
Es que dejas de estar en guerra contigo misma.
Y desde ahí, puedes:
- Reconocer tus emociones sin juzgarlas
- Satisfacer tus necesidades sin culpa
- Establecer límites sin miedo al rechazo
- Cometer errores sin sentir que eres un fracaso
- Pedir ayuda sin sentir que eres una carga
- Decir «no» sin justificarte en exceso
- Ser vulnerable sin sentir que te van a destruir
La autoaceptación no es el punto de llegada. Es el punto de partida para vivir una vida más plena, conectada y auténtica.
Psicología para la Acción: ejercicio de autoempatía
La autoaceptación empieza por la autoempatía: la capacidad de mirarte a ti misma con compasión, sin juicio.
Este ejercicio te ayudará a cultivarla.
Paso 1: Identifica una parte de ti que rechazas
Piensa en un aspecto de ti misma que te cuesta aceptar. Puede ser:
- Un rasgo de personalidad («soy demasiado sensible»)
- Una emoción recurrente («siempre estoy triste»)
- Un comportamiento que te avergüenza («no puedo controlar mis celos»)
- Un aspecto físico que rechazas
Paso 2: Escribe una carta desde la compasión
Escribe una carta a ti misma como si le escribieras a tu mejor amiga que está sufriendo por ese mismo aspecto.
¿Qué le dirías? ¿La juzgarías o la comprenderías? ¿Le dirías que está rota o le recordarías su humanidad?
Escribe con la misma compasión que usarías con alguien que amas.
Paso 3: Pregúntate qué necesita esa parte de ti
Esa parte que rechazas no está ahí por casualidad. Cumplió alguna función en algún momento. Quizás te protegió. Quizás te ayudó a sobrevivir.
Pregúntate:
- ¿Qué está tratando de proteger esa parte de mí?
- ¿Qué necesita para sentirse segura?
- ¿Cómo puedo cuidarla en lugar de rechazarla?
Paso 4: Practica la respuesta compasiva
La próxima vez que aparezca el juicio interno hacia esa parte de ti, detente. Respira. Y repite en voz baja o mentalmente:
«Esta parte de mí también merece compasión. Está haciendo lo mejor que sabe. Y yo puedo aprender a cuidarla».
No esperes que el rechazo desaparezca de inmediato. Pero sí puedes empezar a crear un espacio de comprensión en lugar de guerra.
Preguntas frecuentes sobre autoaceptación y terapia
¿Cuándo sé que necesito ayuda profesional para aceptarme?
Cuando el rechazo hacia ti misma interfiere con tu vida cotidiana. Cuando la autocrítica es constante y destructiva. Cuando evitas situaciones por miedo a que los demás «vean» lo que tú ves mal en ti. Cuando sientes que no mereces cosas buenas.
¿La autoaceptación significa conformarse con los aspectos negativos?
No. La autoaceptación significa dejar de luchar contra ti misma para poder cambiar desde un lugar de compasión, no desde el castigo. Paradójicamente, aceptarte es el primer paso para transformarte.
¿Cuánto tiempo toma aprender a aceptarse?
Depende de cuánto tiempo llevas rechazándote y de cuán profundas son las heridas. Algunas personas sienten alivio en pocas sesiones. Otras necesitan meses o años de trabajo sostenido. Lo importante es empezar.
¿Puedo aprender a aceptarme sin terapia?
Puedes trabajar en ello con ejercicios de autocompasión, meditación, escritura terapéutica. Pero si el rechazo interno es muy profundo o está vinculado a trauma, la terapia ofrece algo que no puedes darte sola: la experiencia de ser aceptada por otra persona.
¿Qué pasa si nunca me han aceptado tal como soy?
Entonces la terapia te ofrece esa experiencia por primera vez. Y esa experiencia puede cambiar tu vida. Porque aprendes que es posible ser vista, comprendida y aceptada sin tener que esconder quién eres.
¿La autoaceptación es lo mismo que la autoestima?
No exactamente. La autoestima es la valoración que haces de ti misma. La autoaceptación es la capacidad de aceptarte incluso en los momentos en que tu autoestima está baja. Es más profunda y más estable.
Lo que este proceso puede hacer por ti
Cuando empiezas a aceptarte, tu vida cambia de forma profunda y silenciosa.
No es que de pronto todo sea fácil. Es que dejas de ser tu propia enemiga.
Empiezas a tratarte con la misma ternura que tratarías a alguien que amas. Empiezas a escucharte sin juzgarte. Empiezas a cuidarte sin culpa.
Y desde ahí, todo lo demás se vuelve posible.
Porque cuando te aceptas, puedes ser vulnerable sin miedo. Puedes conectar auténticamente con los demás. Puedes vivir desde tu verdad, no desde una imagen que crees que debes proyectar.
Como veíamos en la entrada anterior, quienes se saben dignas de amor no temen a su vulnerabilidad. Y viven de manera más plena.
Esa puede ser tu realidad. Pero empieza por permitirte recibir lo que no has tenido: aceptación incondicional.
Sigue profundizando
Si necesitas ese espacio de aceptación y comprensión, te invito a ponerte en contacto conmigo. Trabajaremos juntas para que puedas reconectar contigo misma desde un lugar de compasión.
Y si quieres trabajar en profundidad tu relación contigo misma, el libro Valentía Interior incluye ejercicios para cultivar la autoaceptación y la autenticidad.
La autoaceptación no es el punto de llegada. Es el punto de partida para una vida auténtica.
Nota de actualización: Este artículo fue revisado y ampliado en noviembre de 2025 con nuevas perspectivas sobre la relación terapéutica y ejercicios prácticos de autoempatía.
Si esta entrada te ayuda, compártela, y de esta manera ayudas a otros y me ayudas a mi.
Puedes suscribirte al blog y recibir en tu correo electrónico las actualizaciones.
