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¿Te crees bueno escuchado? Tal vez descubras que no lo eres.

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El sutil arte de escuchar

¿Alguna vez has estado cerca a una persona en depresión? Tal vez ahora mismo vivas con alguien que sufre de depresión o de algún otro trastorno mental o emocional. Si es así, muy probablemente habrás sentido la incomodidad de no saber que hacer ni qué decir para ayudar a tu amigo o ser querido que está luchando para hacer frente a los síntomas de su condición.

Seguramente en ocasiones tienes el temor de decir algo «equivocado» y que pueda empeorar las cosas. Tal vez alguna vez te ha respondido: «Simplemente no me entiendes!» o «¡Déjame en paz!» Situación que es muy frustrante y te deja una sensación de impotencia cuando lo que realmente quieres es ayudar.

Ahora te preguntarás ¿qué es lo que mi ser querido, cónyuge, hijo, padre, hermano o amigo necesita de mi en este momento? ¿Qué puedo hacer que sea útil y eficaz?

Lo importante es que esas personas que son cercanas a tí y que están pasando por una depresión puedan sentir que estás ahí, que le escuchas. Esta es una herramienta muy poderosa en tus manos: tu capacidad de escuchar. En este punto podrías pensar: “pero si ya hago eso y no vale de nada». Bueno, tal vez. Probablemente lo has probado pero no de la manera correcta.

Escuchar es una habilidad que se aprende, un arte sutil y siempre hay margen de mejora. Se requiere mucha paciencia, comprensión amorosa y empatía de tu parte. A continuación algunas ideas que te ayudarán a convertirte en un oyente aún más eficaz.

hombre con depresión

Para escuchar mejor

  • Es necesario estar presente, atento a lo que la otra persona esta diciendo. No es fácil hacerlo, ya que tu mente tiende a vagar en todo momento. Cuando eso suceda, tráela de vuelta a la conversación.
  • Elije un momento oportuno y un lugar tranquilo para hablar y si es en persona mucho mejor y no telefónicamente o por chat.
  • Utiliza clara y abiertamente tu lenguaje corporal para indicarle al otro que le estas escuchando y que estás interesado en lo que tiene que decir. Esto significa: sentarse de frente al otro, mantener todo el tiempo contacto visual, es decir, mirarlo mientras hablan, relajar tu postura sin encorvarse, no cruzar los brazos ni las piernas, evitar mover las manos, las piernas o los pies de manera repetitiva o mecánica, mantener un tono de voz tranquilo, claro, neutro.
  • APAGAR el móvil. O por lo menos dejarlo en silencio, incluso sin vibración, ¿qué es más importante que esos 15 ó 20 minutos que estás pasando al lado de alguien que sufre y necesita tu compañía? Las contantes interrupciones de mensajes o llamadas puede darle la sensación de que tienes temas más importantes que atender o peor aún, si respondes o miras tus mensajes claramente no estás disponible para sus necesidades emocionales.
  • Cuando se escucha, es importante que el otro hable sin que lo interrumpas constantemente. Recuerda que no estás ahí para resolver sus problemas, ni para decirle que hacer, ni para darle fórmulas mágicas, simplemente estas ahí para escuchar, al escucharlo le permites ordenar sus ideas, escucharse a sí mismo al expresarlas y ya sólo ese ejercicio es muy valioso a la hora de saber que dirección tomar.

saber escuchar al otro

  • Anímalo a que hable, bien con gestos suaves de tu cabeza, o diciendo: «Dime más o Um-hum”. Cada tanto puedes resumir lo que te ha dicho para asegurarte que lo vas comprendiendo o bien resumiendo o reflexionando sobre sus palabras. Esto ayuda a aclarar lo que ha dicho y le demuestra que lo has escuchado, que entiendes lo que ha dicho y que sus palabras tienen sentido, validando de esta manera sus pensamientos y sentimientos.
  • En ningún momento tienes que estar de acuerdo con lo que dice. Sin embargo este no es el momento para contradecir lo que está diciendo, hacer suposiciones, o decirle «Pero, ¿cómo puedes pensar eso?!» Tampoco es el momento para tu opinión a menos que te la pidan.
  • Asimismo, no es el momento de relatar tus experiencias personales. El típico: “y sufres por esto, lo mio fué peor….” Y empiezas a contar tus tristes historias. No porque tus situaciones sean más graves, que lo pueden ser objetivamente, le va a ser de ayuda a quien sufre escucharlas cuando lo que necesita es ser escuchado.
  • Haz preguntas abiertas para ayudarle a tomar contacto con sus emociones y sensaciones. Estas son preguntas como «¿Cómo te hace sentir eso? ¿Qué es lo peor que puede pasar…? ¿Qué necesitas? ¿Qué te hace falta? ¿Qué necesitas hacer para tener más tranquilidad?” Que se sienta libre de hablar abiertamente sobre sus sentimientos o experiencias y nunca decirle “Pero como sientes eso…. No sientas tal o cual cosa….. No te preocupes….” Ese tipo de pregunta es mucho más eficaz que una pregunta cerrada que requiere un simple sí o no como respuesta, como por ejemplo «¿Has tomado tus medicamentos?»
  • Al escuchar es importante que puedas tolerar cortos períodos de silencio. Esto puede ser un poco incómodo y difícil de hacer al principio, ya que la tendencia de muchos de nosotros es la charla nerviosa. Tu ser querido puede simplemente no querer hablar en ese momento. Puede preferir quedarse en silencio si sus sentimientos son muy intensos o si sus pensamientos son muy profundos. Un breve período de calma a menudo le da permiso para sentir o expresar sus emociones. Acepta ese momento de silencio. De vez en cuando, es posible romper el silencio diciendo algo como: «¿Qué estás sintiendo en este momento?»

Siguiendo estas recomendaciones tendrás una mejor escucha y verás como enriquece al otro y te enriquece a ti mismo.

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