¿Recuerdas cómo te sentías a mediados de 2020?
Quizá llevabas meses trabajando desde casa. Tal vez extrañabas ver a tu familia sin distancia. Es probable que cada decisión estuviera teñida de incertidumbre: ¿Será seguro salir? ¿Cuándo volverá todo a la normalidad? ¿Puedo confiar en que las cosas mejorarán?
Si te preguntara en qué estado de ánimo estabas entonces, ¿qué me responderías?
Los cambios bruscos —como los que vivimos durante el 2020— no solo alteran nuestra rutina. También ponen al descubierto algo más profundo: los estados de ánimo desde los cuales vivimos y decidimos. Y muchas veces, esos estados nos limitan sin que nos demos cuenta.
Hoy quiero invitarte a reconocer cuáles son los estados de ánimo que restringen tus posibilidades. No para juzgarte, sino para que puedas transformarlos con compasión y claridad.
Qué son los estados de ánimo (y por qué condicionan tu vida sin que lo notes)
Un estado de ánimo no es lo mismo que una emoción.
Las emociones son intensas y breves: el miedo que sientes al cruzar una calle oscura, la alegría al recibir una buena noticia. Duran minutos, a veces segundos. Los estados de ánimo son más sutiles y persistentes. Pueden acompañarte días, semanas o incluso meses.
Los estados de ánimo son una forma prolongada de estar emocionalmente que se define a partir de tus interpretaciones sobre las posibilidades que ves en tu futuro.
Los juicios automáticos que sostienen tus estados de ánimo
Déjame contarte algo que descubrí trabajando con personas durante esos meses de confinamiento.
Muchas llegaban a consulta diciendo cosas como: «Trabajar desde casa es un desastre» o «No hay forma de concentrarse con niños en casa». Lo decían con tanta convicción que lo asumían como verdad.
Pero cuando profundizábamos, encontrábamos algo distinto: no era un hecho, era un juicio. Y ese juicio estaba fundado en sus circunstancias particulares: falta de espacio, ruido constante, cansancio acumulado. Para otra persona con un trabajo creativo y necesidad de soledad, trabajar desde casa podía ser lo mejor.
¿Ves la diferencia?
Las afirmaciones son hechos que pueden verificarse: «Hoy llovió». «Tengo tres reuniones programadas». Son verdaderas o falsas.
Los juicios son evaluaciones, opiniones o creencias que dependen de tu experiencia, tus valores y tus expectativas: «Esto es complicado». «No puedo con tanto». «Las cosas no van a mejorar».
Los juicios no son verdaderos ni falsos. Y cuando los confundes con la verdad, se convierten en el fundamento de tus estados de ánimo limitantes.
Si crees que «no hay quien pueda trabajar bien en casa», entrarás en resignación. Y desde la resignación, dejarás de buscar soluciones. Dejarás de preguntarte: ¿Qué necesito cambiar en mi espacio? ¿Qué rutina me ayudaría? ¿Con quién puedo pedir apoyo?
Reconocer en qué basas tus decisiones —reconocer tus juicios automáticos— es el primer paso esencial para identificar y transformar tus estados de ánimo.

Los cuatro estados de ánimo que más te limitan
No todos los estados de ánimo son iguales. Algunos cierran posibilidades y otros las abren.
Los estados limitantes (restrictivos) te mantienen en un ciclo de impotencia, frustración o desconexión.
Estos son los cuatro estados de ánimo limitantes más comunes:
1. Resignación: "No hay nada que hacer"
La resignación nace cuando asumes que el futuro está cerrado. Que no hay opciones. Que las cosas son como son y no puedes cambiarlas.
Ejemplo: «Siempre me va a costar trabajar desde casa. Así soy yo».
Este estado anímico cierra posibilidades y dificulta ver alternativas o acciones creativas. Te paraliza. Te hace creer que eres víctima de las circunstancias. La resignación suele esconder juicios infundados sobre el futuro: «No importa lo que haga, nada cambiará».
2. Resentimiento: "La culpa es de otros"
El resentimiento aparece cuando responsabilizas a otros de tu malestar. Sientes que te han hecho daño, que no te han valorado, que la vida ha sido injusta contigo.
Ejemplo: «Si mi jefa fuera más empática, yo no estaría tan agotada».
Este estado se asocia con emociones de enojo o ira y busca culpables externos. Te mantiene enfocada en lo que los demás deberían hacer, no en lo que tú puedes transformar. Debajo del resentimiento suele haber tristeza no expresada y una necesidad profunda de ser vista.
3. Desconfianza: "Algo malo va a pasar"
La desconfianza es el estado de quien vive en alerta constante. Esperas que las cosas salgan mal. No confías en los demás ni en ti misma. Cada decisión está teñida de miedo.
Ejemplo: «Seguro que cuando todo vuelva a la normalidad, me van a despedir».
Este estado cierra la posibilidad de colaboración, de pedir ayuda, de abrirte a nuevas oportunidades. Te mantiene en modo defensivo.
4. Inseguridad: "No sé qué quiero"
La ambivalencia es estar en dos lugares a la vez. Querer y no querer. Avanzar y quedarte. Es la parálisis emocional.
Ejemplo: «Quiero cambiar de trabajo, pero también tengo miedo de perder la estabilidad».
Desde la ambivalencia, tomas decisiones a medias. O no las tomas. Y el precio de esa indecisión es tu propia paz interior.

Cómo identificar en qué estado de ánimo estás ahora mismo
Aquí está la buena noticia: puedes aprender a reconocer tus estados de ánimo. Y cuando los reconoces, dejan de controlarte.
Te propongo tres señales para identificar el estado de ánimo en el que estás:
Observa tu cuerpo
Si bien los estados de ánimo son interpretaciones sobre el futuro, éstas impactan directamente tu cuerpo. Los estados de ánimo influyen en cómo te sientes físicamente
La resignación suele venir con cansancio, hombros caídos, voz baja. El resentimiento con tensión en la mandíbula, puños apretados. La desconfianza con el pecho cerrado y respiración corta.
Pregúntate: ¿Cómo está mi cuerpo ahora? ¿Qué sensación predomina?
Escucha tus pensamientos recurrentes
¿Qué te dices a ti misma en silencio? ¿Cuál es tu diálogo interno más frecuente?
«No puedo» → Resignación.
«Ellos tienen la culpa» → Resentimiento.
«Esto va a salir mal» → Desconfianza.
«No sé qué hacer» → Ambivalencia.
Tus pensamientos son el hilo que sostiene tu estado de ánimo. Identifícalos sin juzgarte.
Observa tus decisiones
Desde cada estado de ánimo, actúas de manera diferente.
La resignación te lleva a no probar. El resentimiento, a quejarte sin actuar. La desconfianza, a aislarte. La ambivalencia, a postergar.
Pregúntate: ¿Qué decisiones he tomado últimamente? ¿Desde qué interpretación del futuro las tomé?
De estados restrictivos a expansivos: el camino de la transformación
Ahora que sabes reconocer tus estados de ánimo limitantes, te preguntarás: ¿Y qué hago con ellos?
No se trata de eliminarlos. Se trata de transformarlos.
Los estados de ánimo no son buenos ni malos, simplemente son y nos habitan, se configuran a partir de nuestros juicios sobre el pasado, el presente y el futuro, condicionando nuestras acciones.
El problema no es sentirlos, sino quedarte atrapada en ellos sin darte cuenta.
La transformación ocurre cuando:
- Reconoces el estado de ánimo: «Estoy en resignación».
- Identificas los juicios que lo sostienen: «Creo que nada va a cambiar porque así ha sido hasta ahora».
- Cuestionas esos juicios: «¿Es esto realmente verdad? ¿O es una interpretación basada en el cansancio?»
- Cambias tus conversaciones internas: «No sé cómo será el futuro, pero sí puedo elegir qué hacer hoy».
Cuando transformas tus interpretaciones sobre lo que es posible, transformas tus conversaciones internas. Y cuando transformas tus conversaciones, transformas tus estados de ánimo.
Y desde ahí, emergen los estados de ánimo expansivos:
- Aceptación y paz: Aceptas lo que es sin resignarte. Te haces responsable de tu parte.
- Ambición consciente: Ves la brecha entre lo que tienes y lo que quieres, y confías en que puedes cerrarla paso a paso.
- Confianza serena: Confías en ti misma, en tu capacidad de aprender y adaptarte.
En la entrada Haz que pase lo que quieres que pase profundizo en cómo las conversaciones que tienes contigo misma crean tu realidad emocional.
Psicología para la Acción
Te invito a realizar este ejercicio durante los próximos siete días:
Ejercicio: Diario de estados de ánimo
Cada noche, antes de dormir, responde estas tres preguntas en tu Cuaderno de Notas y Reflexiones:
- ¿En qué estado de ánimo estuve hoy con mayor frecuencia?
(Resignación, resentimiento, desconfianza, ambivalencia, aceptación, ambición) - ¿Qué juicios automáticos sostuvieron ese estado de ánimo?
Escribe al menos uno. Ejemplo: «Pensé que no iba a poder con todo el trabajo». - ¿Qué decisión tomé desde ese estado de ánimo?
Ejemplo: «Decidí no pedir ayuda porque creí que nadie podría entenderme».
Al final de la semana, revisa tus respuestas. Busca patrones. Observa cuál es tu estado de ánimo predominante y qué juicios automáticos lo alimentan.
No se trata de juzgarte. Se trata de conocerte con compasión. De darte cuenta. Porque solo puedes transformar aquello que ves.
Si quieres profundizar en cómo trabajar con tus juicios automáticos y fortalecer tu diálogo interno, mi libro Valentía Interior te ofrece un camino de 40 días con ejercicios prácticos de autoconocimiento y resiliencia emocional. También en 40 días para ser imparable encontrarás herramientas de autorregulación emocional basadas en neuropsicología y arte-terapia.
Los estados de ánimo estrictivos no son tus enemigos. Son señales.
Te están diciendo: «Hay algo que necesitas mirar. Hay algo que necesitas soltar. Hay algo que necesitas transformar» para construir el futuro que deseas.
Y cuando aprendes a escucharlos sin dejarte atrapar por ellos, descubres que tienes más poder del que creías.
Porque lo que haces cada día con tus pensamientos, con tus conversaciones internas, con tus pequeñas decisiones, moldea quién eres.
Y tú puedes elegir desde dónde habitas tu vida.
Preguntas frecuentes FAQ
¿Qué es un estado de ánimo limitante?
Es una disposición emocional prolongada que restringe tus posibilidades de acción desde la cual observas el mundo y actúas. Condicionan cómo percibes tu futuro y qué decisiones tomas.
¿Cuál es la diferencia entre emoción y estado de ánimo?
Las emociones son intensas y breves (minutos u horas). Los estados de ánimo son más sutiles, duraderos y actúan como un filtro constante desde el cual interpretas tu vida y tomas decisiones.
¿Cuáles son los estados de ánimo más limitantes?
Los cuatro principales son: resignación («no hay nada que hacer»), resentimiento («la culpa es de otros»), desconfianza («algo malo va a pasar») y inseguridad («no sé qué quiero»). Todos cierran posibilidades de acción.
¿Cómo puedo identificar mi estado de ánimo actual?
Observa tres señales: tu cuerpo (tensión, cansancio, respiración), tus pensamientos recurrentes (qué te dices en silencio) y tus decisiones (qué acciones tomas o evitas). Estas pistas revelan el estado de ánimo en el que habitas.
¿Los estados de ánimo se pueden cambiar?
Sí. Puedes transformarlos. El proceso implica: reconocerlos, identificar los juicios que los sostienen, cuestionar esos juicios y cambiar tus conversaciones internas. La transformación es gradual pero posible.
¿Qué son los juicios automáticos y cómo afectan mis estados de ánimo?
Los juicios automáticos son evaluaciones que haces sin darte cuenta y que asumes como verdades («esto es imposible», «nadie me entiende»). Estos juicios alimentan y sostienen tus estados de ánimo limitantes, cerrando posibilidades.
¿Cuál es el estado de ánimo ideal?
No existe un estado de ánimo «perfecto». Los estados expansivos como aceptación y paz (reconciliación con lo que es) y ambición consciente (confianza en el futuro) te permiten ver más opciones y actuar con mayor claridad.
¿Cómo afecta la resignación a mi vida?
La resignación te paraliza. Te hace creer que el futuro está cerrado y que no hay opciones. Desde ahí, dejas de buscar soluciones, de pedir ayuda o de intentar cambios, quedando atrapada en un círculo de impotencia.
¿Es normal sentir varios estados de ánimo al mismo tiempo?
Sí. Puedes transitar entre diferentes estados durante el día, aunque suele haber uno predominante. Lo importante es reconocer cuál es tu estado de ánimo dominante, porque ese es el que más influye en tus decisiones.
¿Cuánto tiempo toma transformar un estado de ánimo limitante?
Depende de cuánto tiempo llevas habitándolo y de tu compromiso con el autoconocimiento. Algunos cambios ocurren en días; otros requieren semanas de práctica consciente. La clave está en la observación diaria y la compasión contigo misma.
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Nota: Esta entrada fue actualizada el 19 de octubre de 2025 para incluir nuevos casos, ejercicios prácticos y profundizar en estrategias de gestión emocional.
